Reseña Cómic: Jack el destripador

Reseña Cómics: Jack el destripador


Editorial: Soleil



Año: 2015





Guion: François Debois



Dibujo: Jean-Charles Poupard



Reseña: Kal-El
Corrector: Johnny Von Cher




9 de noviembre de 1888, Whitechapel, Londres, último día de los asesinatos del Destripador. Durante casi cuatro meses la ciudad vivió en un constante clima de pánico y terror ante unos asesinatos en los que no solo la crueldad asustaba a la población, sino más la falta de un por qué ante un derramamiento de sangre sin motivo alguno, el cuál parecía responder únicamente al más vil de los placeres.

La policía se veía desbordada, de hecho la ciudad vivía una situación precaria en torno a su seguridad, con escasez de medios ante una inmigración masiva, en su mayoría de Europa del este, lo que originaba grandes tensiones raciales (al mes podía haber más de 200 "incidentes", entre peleas, asesinatos, etc... ). Así, el asesino nunca fue capturado ni hubo un sospechoso claro y la realidad se tornó en leyenda negra. En esta serie, sus autores echan mano de diversos elementos históricos: el inspector Abberline, toda la información sobre los asesinatos, personajes, lugares y momentos para mezclarlos con suposiciones e imaginación para trazar un relato en el que se nos ofrece un dónde, cuándo y lo que es más importante un quién de todo ese sinsentido.

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Citas:

«El barrio era un laberinto y ahora, tenía un minotauro.»

En la serie de libros editados por Martínez Roca durante los años 80 (esos gloriosos años), los premios Hugo, el prologuista Isaac Asimov utiliza un par de frases que sirven de soporte cuando estoy leyendo, no importa qué: el periódico, un libro, un cómic.

Para hablar del contenido del libro dice: «El mundo dentro de la realidad» y habla acerca de los autores, su vida, la relación con él, si es que existe y principalmente del trabajo del escritor, ese cuento que estamos a punto de leer.

La otra frases es «El mundo fuera de la realidad» y nos habla de cuestiones políticas, económicas, sociales y/o de deportes, que en ese año de la primera edición del libro estaban ocurriendo, de tal manera que estabas en el punto exacto para «entender» el viaje que estabas a punto de emprender.

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«En el mundo fuera de la realidad.»

El cómic nos habla de tiempos difíciles: la vida en el East End de Londres, Whitechapel. Lugar donde la mala vida campea a sus anchas: prostitución, alcoholismo, chulos y abusivos son la gente que «vivía» aquí. Y nada fácil porque conseguir una cama por una sola noche, la actual, era el objetivo que buscabas cubrir desde las primeras horas del día.

La policía es mal vista: no es quien te cuida, que no hay nada que cuidar. Es el martillo que cae para golpear tu cabeza contra el yunque. El evento del Domingo Sangriento ocurre el 13 de noviembre de 1887, a raíz de una manifestación de 10 000 personas, en su mayoría socialistas y desempleados son atacados por 2 000 policías y 400 soldados dejando un saldo de dos muertos y cientos de heridos.

 

Frederick George Abberline: Fue un relojero que abandono su casa para irse a Londres. Era un hombre modesto, afable y honrado, tan fiable como los relojes que reparaba antes de ingresar en la Policía Metropolitana en 1863. Durante sus treinta años de servicio ganó ochenta menciones de honor y premios de jueces, de magistrados y del propio Jefe de la policía. Tras el asesinato de Mary Ann Nichols el 31 de agosto de 1888, Abberline fue enviado a Whitechapel debido a su experiencia en el área, y allí fue puesto al mando de varios detectives que investigaron los crímenes del Destripador. En tiempos recientes se llegó al extremo de barajarse la posibilidad de que este hombre –en una suerte de desdoblamiento de su personalidad al estilo del Dr. Jekyll y Mr. Hyde– no fuera otro sino el mismísimo Jack el Destripador.

John Pizer: A quien la prensa contemporánea bautizó “Mandil de Cuero”, fue un zapatero pobre de origen judío polaco que trabajaba en el distrito de Whitechapel, al este de Londres. El 10 de septiembre de 1888 se lo detuvo y fue llevado a juicio bajo el cargo de ser el asesino de prostitutas que asolaba esa zona.

Jean-Martin Charcot: Fue un neurólogo francés, profesor de anatomía patológica, titular de la cátedra de enfermedades del sistema nervioso y miembro de la Académie de médecine (1873) y de la Académie des Sciences (1883).

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«En el mundo dentro de la realidad.»

Caminamos por las estrechas, malolientes y miserables calles, que no pierden su esencia sin importar la hora del día en que las viñetas nos muestran las escenas.

El dibujo es un arte, ni que decir del entintado. Y dónde vas a poder disfrutar de esta combinación es en las grandes esquelas que muestran la vida económica de la capital: atestado de carruajes jalados por caballos con gente que viaja colgada, hasta tres carriles en una calle ancha, gente caminando tanto arriba como abajo de las banquetas, mientras que los niños venden periódicos y los establecimientos gritan sus productos. En cuanto a los interiores, los juegos de luces y sombras, junto con personajes mal encarados, te enteras que estas en un juego peligroso.

El primer tomo de la historia nos lleva a conocer al héroe (sin capa) Abberline, lo suficientemente joven como para enfrentarse solo a la gente mal encarada del barrio y salir airoso de tales batallas, aunque en alguna que otra ocasión corre con la suerte de que la policía llegue a tiempo. La búsqueda incesante de respuesta, permite conocer a parte de su familia, que tiene mucho que ver los trágicos acontecimientos que están sucediendo. Se le crea un historia de infancia que te permite, como lector, hacer contacto con el personaje.

Como inspector del caso, sirve de pretexto para conocer la sociedad en la que se mueve y a la que pretende proteger: vamos al teatro; donde las pistas van cayendo (aunque todavía no sabes que son pistas) y el resto de la historia corre (igual que el protagonista por las estrechas calles) haciendo que las pistas vayan tomando forma para al final de este acto agarrarse a un clavo ardiente y que confirma la teoría de conspiración.

Para el tomo dos, y por alguna razón que desconozco, el cómic franco belga tiene una fijación por las colonias americanas del mismo tiempo: una historia que comienza en una ciudad europea poblada tiene una continuación o final en el gran despoblado de Norteamérica. Si en el primer tomo, la magnificencia del dibujo está en los espacios callejeros de la ciudad, aquí está en los espacios abiertos de Nevada o en las láminas aéreas de Londres y París. La última de ellas donde viajaremos para terminar de conocer la historia y al personaje detrás de todo: Charcot. El cómo, por qué y los medios utilizados son explicados al detalle.

Para finalmente (el final final) cerrar haciendo referencia a las primeras páginas del tomo uno, como serpiente ouróboros, cierra el ciclo y nos llega la luz de la verdad de la propuesta del cómic: la búsqueda del responsable ha acabado.

Luces estrobo en mi cabeza.

¿Quién fue Jack el Destripador? En esta obra, Tom Cullen examina las diversas teorías que circularon y aún circulan respecto al Destripador y lanza una nueva, en consonancia con todos los factores del caso. Por fin, revela los nombres de los tres sospechosos que en su época tuvo Scotland Yard, en particular la identidad del principal de ellos. Su nombre jamás se había hecho público, No era un extranjero, ni pertenecía a la clase baja. Periodista y autor de relatos criminales, Tom Cullen en esta obra no sólo ha reproducido escrupulosamente los crímenes del Destripador sino que también señala la decadencia social y las reformas emprendidas en los barrios bajos de Londres como consecuencia de los crímenes de Jack el Destripador.

La propuesta de Alan Moore para esta sangrienta historia. El que lo ha leído todo y parece ser que lo ha entendido todo, retoma al culpable de la realeza para cometer sus bajezas.

Reseña previamente publicada en El color que vino del espacio.




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